Chateau de Moissac
viernes, 3 de diciembre de 2010
Etiquetas:
interiorismo
Construido en el siglo XVIII sobre una aldea de montaña en la Provenza Francesa, el Chateau du Moissac estaba casi en ruinas cuando el 1992 cayó en manos de sus actuales dueños, que supieron recuperar su alma, convirtiéndola en una casa confortable, perfecta para vivir y recibir.
La fachada del castillo, conserva su aire majestuoso y sus carpinterías de madera con cuarterones de cristal.
Un equipo de profesionales fueron los pilares de la rehabilitación. Reconstruyeron el castillo pared a pared, estancia a estancia, con la nobleza de la piedra cómo escenario.
Todo lo que pudo conservarse se conservó y lo que faltaba se buscó en derribos, anticuarios y tiendas locales.
Las paredes fueron pintadas con pinturas a la cal que rememoran los colores originales y una pátina desgastada, consiguen darle el aire de auténtico Chateau.
El mobiliario se buscó en relación y proporción a los grandes espacios; camas kingsize, amplios sofás, grandes mesas, enormes lámparas de lágrimas...
Todo a la altura de un gran castillo.
La escalera de la entrada principal, recuperada, con peldaños de piedra de la zona y barandilla de obra encalada. Pavimento de piedra original que fue recuperado y vuelto a colocar después de haber instalado el sistema de calefacción por suelo radiante.
Los techos de casi cinco metros de alto reducen visualmente la escala de los elementos arquitectónicos y decorativos cómo éste dintel arcado. Al fondo vemos el mueble vajillero recuperado y pintado en el mismo color que la pared.
La enorme cocina, con chimenea de grandes proporciones en piedra de obra original, da cabida a un generoso office, decorado con muebles encontrados en almonedas.
El distribuidor conecta el salón, el comedor principal y el jardín. Las puertas de cuarterones acristalados del siglo XVIII de Les Mille et une Portes. Decorado con muebles de aire provenzal y lámpara de lágrimas y candelabros encontrados en anticuarios.
El salón está distribuido entorno a una gran chimenea de piedra, los sofás de tamaño XXL está tapizados en lino de Edith Mézard, mesa de centro de Jaqueline Morabito, mesas de convento reeditadas de Côté Bastide. Lámpara de araña antigua.
El comedor principal con muebles de anticuario de estilo rústico y acabados de pan de oro, butís de seda y terciopelo a modo de mantel, potencian la estética lujosa. Las chimeneas son originales de la vivienda al igual que el pavimento formado por bladosas hexagonales de barro cocido típicos de la zona.
La sala de lectura con enormes chaise longues tapizadas en tonos crudos, ofrecen confort a éste rincón organizado entorno a una chimenea de piedra original.
Todos los dormitorios disponen de su propio cuarto de baño, que se comunican mediante huecos de paso abiertos que ofrecen gran profundidad. Junto a las chimeneas los propietarios siempre cuidan que haya una pila de troncos para que el fuego siempre está vivo.
Habitacion de invitados, pintadas con pigmentos en tonos beige. Las camas son piezas recuperadas, vestidas con telas que les dan calidez cómo los butis. Lámpara antigua.
En el baño se mezcla lo antiguo cómo los apliques recuperados con diseño actual cómo la bañera y el lavabo de Jacob Delafon y griferías de Devon&Devon.
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2 comentarios:
Elegancia máxima, aunque quizá una ausencia de elementos cotidianos que harían difícil de soportar tanta austeridad por un tiempo prolongado... Miguel Angel
bellisimo ,yo seria mega feliz viviendo en un lugar tan simple pero tan elegantemente exquisito
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